El negocio del Confirming sería imposible de gestionar sin el soporte que ofrece la tecnología, ya que, en caso de tener que gestionarse manualmente, los volúmenes de registros con los que se trabaja serían inmanejables. Cuando en los años noventa nació el producto de Confirming, las entidades optaron por la comunicación electrónica, evitando la manipulación de papel. Cada entidad definió su propio formato, en algunos casos, basado en los formatos AEB existentes, pero en otros casos, desde cero.
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